A medida que las energías renovables se expanden, la necesidad de almacenar energía va en aumento. Chile lidera en América Latina y tiene más proyectos en marcha, aunque aún enfrenta desafíos.
La energía renovable es el presente y el futuro de América Latina.
En 2023, la región generó el 64% de su electricidad a partir de fuentes limpias, muy por encima del promedio mundial del 39%. A medida que la producción sigue creciendo, la necesidad de almacenar esta energía también se incrementa.
“En pocas palabras, la razón para almacenar energía eléctrica es que puedes decidir cuándo usarla”, explica Claudio Seebach, Decano de la Facultad de Ciencias e Ingeniería de la Universidad Adolfo Ibáñez en Santiago, Chile. “La energía se puede almacenar para cuando la demanda es mayor, resolviendo el desequilibrio natural entre los momentos de oferta y demanda”.
Esto es especialmente importante en el sector de las energías renovables, donde la generación solar y eólica proporcionan energía limpia, pero intermitente: cuando el sol no brilla o el viento se detiene, la generación también cesa.
Chile, cuya matriz energética tiene una de las mayores participaciones de energía solar y eólica en la región, ofrece un claro ejemplo de los desafíos que pueden crear estas fluctuaciones.
El país se beneficia de una geografía y un clima únicos: en el norte, el desierto de Atacama cuenta con los niveles de irradiación solar más altos del planeta, y en el extremo sur, en la Patagonia, Chile es azotado por algunos de los vientos más fuertes del mundo.
Pero a veces, estas características también juegan en su contra. Durante la mitad del año, el sol se pone casi a la misma hora a lo largo de la delgada franja de tierra que ocupa en la costa de Sudamérica, creando una necesidad inmediata de almacenamiento de energía, un sector en el que el país ya está avanzando, con el lanzamiento de objetivos ambiciosos, estrategias para incentivar la inversión en tecnología, y múltiples proyectos ya en funcionamiento o en desarrollo.
Opciones de almacenamiento de energía Hoy en día, la energía se puede almacenar de varias maneras, incluyendo el uso de bancos de baterías a gran escala, que pueden almacenar electricidad antes de ser inyectada nuevamente en las redes nacionales. Aunque las baterías de iones de litio son las más eficientes del mercado, el uso generalizado de alternativas de plomo o sodio podría estar más cerca de lo que pensamos.
“El almacenamiento en baterías es eficiente, pero de muy corto plazo”, dice Enzo Sauma, profesor de ingeniería industrial y de sistemas en la Pontificia Universidad Católica de Chile. “Si almacenas energía en una batería un mes y quieres usarla al siguiente, no habrá nada porque la energía se disipa. Pero puedes usar la energía de manera muy eficiente almacenándola en un día con mucho sol y liberándola durante la noche”.
Las opciones a largo plazo han demostrado ser más costosas. La hidroelectricidad de bombeo, que implica bombear agua a un embalse antes de liberarla de nuevo a través de una turbina, es actualmente la solución más utilizada a nivel mundial. Se ha empleado en la industria minera durante décadas, pero los proyectos tienen una gran huella y requieren diferencias de altitud. Alternativas más recientes incluyen el almacenamiento de sales fundidas, que utiliza sal como medio para almacenar energía térmica, y gases producidos mediante fuentes renovables, como el hidrógeno verde y el amoníaco verde. Estos procesos son menos eficientes, pero permiten almacenar energía durante meses o años.
El rápido crecimiento de la producción de energía renovable, y la búsqueda de objetivos globales ambiciosos en nueva capacidad, traen consigo un desafío significativo, junto con un enorme potencial para la expansión del mercado de almacenamiento. El mercado global de almacenamiento de energía está valorado actualmente en alrededor de 246 mil millones de dólares, y se estima que se agregarán 387GW de nueva capacidad de almacenamiento de energía a nivel mundial para 2030, según un informe del bufete de abogados estadounidense Morgan Lewis. Esto representa un aumento de 15 veces en comparación con finales de 2021.