En lo alto de una colina remota en el árido desierto del norte de Chile, decenas de cajas con espejos esperan ser ensambladas. Allí avanza la construcción del Telescopio Extremadamente Grande (ELT, por sus siglas en inglés), un proyecto destinado a convertirse en uno de los observatorios astronómicos más potentes jamás construidos.
Actualmente, la obra está completada en un 60 % y se espera que sus primeras observaciones científicas comiencen a finales de 2028. Este telescopio revolucionario tendrá la capacidad de buscar signos de vida en exoplanetas —mundos fuera de nuestro sistema solar— y retroceder en el tiempo para observar las primeras estrellas y galaxias que surgieron en el universo.
El ELT es un ambicioso proyecto de 1.450 millones de euros (1.510 millones de dólares) impulsado por el Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés), una organización intergubernamental dedicada a la investigación astronómica.
“Va a impactar prácticamente todas las áreas de la astronomía”, explicó Itziar de Gregorio, astrofísica y representante del ESO en Chile. “Podremos ver cómo se formaron las primeras galaxias al inicio del universo y también las primeras estrellas”.
Además, el telescopio permitirá estudiar con un nivel de detalle sin precedentes las estrellas de otras galaxias y, lo más importante, avanzar en la comprensión de otros mundos más allá del sistema solar. “En particular, analizaremos las atmósferas de los exoplanetas para buscar posibles indicios de vida”, agregó de Gregorio.
Los espejos del telescopio, actualmente almacenados en cajas, serán ensamblados para formar un espejo primario gigantesco, con un diámetro de aproximadamente 39,3 metros. Para tener una referencia, su tamaño será una vez y media el de la Puerta de Brandeburgo en Berlín. La enorme estructura estará compuesta por 798 segmentos individuales que, una vez unidos, funcionarán como una sola superficie reflectante.
El ELT se está construyendo en el cerro Armazones, a unos 3.050 metros sobre el nivel del mar, en pleno desierto de Atacama, un lugar reconocido como uno de los mejores del mundo para la observación astronómica. Se ubica aproximadamente a 1.000 kilómetros al norte de Santiago, la capital chilena.
Cuando esté operativo, este telescopio será la instalación de observación óptica e infrarroja más grande del planeta durante décadas.
Los espejos ya están listos y en espera de ser instalados, un proceso que representa un enorme desafío técnico. “El telescopio es un sistema altamente complejo. No se trata solo de un espejo, sino de múltiples espejos con distintos niveles de complejidad”, explicó Tobias Muller, encargado del ensamblaje, integración y verificación del proyecto.